La chispa adecuada

Para Anamari Gomís, maestra tan querida

#yoconfieso que hubo un momento de mi vida en el que preferí a Paulo Coelho sobre Fernando del Paso. En el que me clavé leyendo El Alquimista y Brida del escritor de best sellers brasileño y dejé olvidado a Palinuro de México.

Trabajaba como recepcionista en HQ Global Services, uno de esos consorcios que hacen ver a los negocios pequeños muy pipirisnais. Eran vacaciones de Navidad y la oficina estaba muerta. Así que yo (muy culta, muy letrada) fui a una librería de viejo y me compré la segunda novela de del Paso (de la que había leído reseñas eruditas en todas las revistas literarias).

En la página veinte ya estaba cabeceando. No logré engancharme en la historia del tío Esteban y de su hija Estefanía. Además -hay que decirlo- el libro es larguiiiiiiiísimo y  en la recepción vacía de un edificio de treinta pisos, en plena época navideña y sabiendo que el cheque quincenal será de $1,750 pesos, como que una se desanima.

Al día siguiente me llevé El Alquimista que me había regalado mi abuelito y que yo había guardado en el fondo de un cajón («yo no leo autosuperación disfrazado de novela» dije orgullosa). Y, muy a mi pesar, lo disfruté como enana. Tanto que, gulp, me compré otro libro de Coelho y también lo devoré como si fuera una caja entera de donas Krispy Kream.

Sobra decir que como con cualquier atasque, acabé asqueada y soy ahora una coelhoholic recuperada.

Ayer, siete años después, encontré Palinuro de México en mi librero y prometí darle una segunda oportunidad.

Hay libros que te pescan en el momento indicado. Hoy me topé con Elsinore, un cuento de Salvador Elizondo que la escritora Anamari Gomís, me recomendó después de leer un cuento mío.

Leerlo fue el highlight de mi día. Me encontré en su voz, en su prosa, en los recuerdos infantiles que inspiran cuentos, en su spanglish. Aprendí cómo se pincelea a un personaje con unos cuantos toques. Encontré intertextualidades con Poe y Conrad y descubrí cómo se escribe ese término que usan mucho los gringos para referirse a escaparse, perderse o irse de pinta: AWOL (y no, a wall, como creía) y que quiere decir absent without leave.

Encontrar el libro perfecto es aplicarle a mi día esa chispa que hace que todo arda y que no quede de otra más que ponerse a escribir.