Un viaje. Un getaway para dos. Una pelea absurda. Él se va. Lo sigo por la calle sin éxito. Regreso a toda velocidad al hotel. No encuentro el cuarto. Los espacios se han vuelto enormes, parece que regresé a mi estatura de hace veinte años. Cada estancia es de un tono diferente y los muebles y los objetos coinciden en color de una forma aterradora. Es como en “La Máscara de la Muerte Roja” de Poe con un tinte de Twilight Zone. Los recorro uno por uno, toco el cristal cortado, el terciopelo; los objetos se meten en mis ojos. Me dejan exhausta. Llego a una cama desconocida en un cuarto que no es el mío. Despierto con las ideas revueltas. De entre las sábanas sale mi abuela, parece viva, pero yo sé que está muerta. Vuelvo a quedarme dormida y a despertar a su lado una y otra vez. No puedo dejar esa cama. No puedo despertar. Cuando logro pararme, veo que algo se mueve en el suelo. Es un oso polar del tamaño de un perro, lo acaricio. Empiezo a jugar con él, de pronto su pelaje se convierte en fibras de mechudo y luego en cinta de aislar. Me muerde. Muy suave, pero repetidamente. Le agarro el hocico y se lo cierro a la fuerza. Aúlla y sale del cuarto. Sé que Él debe estarme buscando, he pasado la noche en otra cama. Me quiero ir. Estoy descalza. Hay tres pares de pantuflas, pero los tres están asquerosos.
CORTE A:
Tengo que dirigir una película protagonizada por Julia Roberts y Robert Downey Jr. Se llama algo algo Rodríguez. Estamos filmando en un centro comercial que parece un Showbiz Pizza gigante. Julia tiene al asesino enfrente, le apunta, pero no dispara. Yo veo su cara llena de miedo y pienso “¿Por qué no dispara? Qué imbécil”. Julia deja que el asesino escape. Robert la alcanza, entre jadeos suelta un diálogo aleccionador y cierra diciendo “Bottom line: eat your veggies”.
19.339894
-99.184022