Roba un libro

Si una noche de invierno un viajero
Italo Calvino

…cada libro nace en presencia de otros libros, en relación y cotejo con otros libros.

I. Calvino

Fue Manuel, un escritor en ciernes como yo, el que me habló de este libro, se lamentaba por no haberlo escrito él. Ahora lo entiendo, si me dieran a escoger qué libro robar y ponerle mi nombre en la portada también hubiera escogido éste. Creo que de eso trata Si una noche de invierno un viajero: de plagios, de falsificaciones, de mistificaciones.

Mistificar es engañar, falsear, deformar. “Escribir es siempre esconder algo de manera que después sea descubierto”, dice uno de los personajes y continúa otro: “[L]a literatura es válida por su poder de mistificación, tiene en la mistificación su verdad, conque una falsificación, en cuanto mistificación de una mistificación, equivale a una verdad a la segunda potencia”.

Busco la definición de novela:

  1. Obra literaria en prosa en la que se narra una acción fingida en todo o en parte.
  2. Hechos interesantes de la vida real que parecen ficción.
  3. Ficción o mentira en cualquier materia.

El escritor tiene que ser convincente al mentir, tan convincente que el lector firme un pacto casi sin darse cuenta y le crea desde la primera hasta la última letra. Eso es leer: confiar, abandonarse. Cuando ese pacto se rompe, el lector puede soltar un “¡Ay, no mames!” y cerrar el libro para siempre. O también puede que siga leyendo, pero con recelo, burlonamente, notando cada costura mal hecha, cada frase-rebaba. Pero algo diferente sucede con Si una noche. El pacto se rompe no una, sino diez veces, y diez veces el lector lo pasa por alto y sigue leyendo con más voracidad que antes.

Ver al hombrecito que manipula las palancas detrás de la cortina es obsceno, está fuera de escena, por eso gusta. Ermes Marana, uno de los personajes más carismáticos de la novela, lo sabe y se fía de ello: “Ermes Marana soñaba con una literatura toda de apócrifos, de falsas atribuciones, de imitaciones y falsificaciones y pastiches. Si esta idea conseguía imponerse, si una certidumbre sistemática sobre la identidad de quien escribe impedía al lector abandonarse con confianza […] allá donde se establece la relación del lector con el texto, algo cambiaría para siempre”.

Si una noche es un libro que empieza diez veces y diez veces se detiene a modo de coitus interruptus. De esta forma, Calvino logra mantener la fascinación novelesca, la novella, la noticia. Así no hay desencantos, ni finales desinflados, aquí todo es potencia, arranque, de 0 a 100 en segundos, 100 metros a toda velocidad. “¡No pregunten dónde está la continuación de este libro! […] Todos los libros continúan más allá…” dice algún personaje y recuerdo que en 83 novelas de Alberto Chimal hay una minificción que dice: “El nadador llegó veloz al borde de la alberca. No se detuvo y siguió braceando a través del concreto. Ahora continúa por tu cabeza”. Creo que así es la buena literatura, no termina en la última página, sino mucho después.

Este es un libro sobre escribir. Poner estilo + gustos + filosofía + subjetividad + formación cultural + experiencias + psicología + talento + trucos del oficio en papel = escribir. El escritor como jaula de la escritura. Un mismo escritor sólo puede escribir ciertos libros. Calvino, ¡el grandísimo Calvino!, apenas se creyó capaz de escribir diez tipos de novelas distintas de modo convincente. ¿Eso qué nos deja al resto de los escritorzuelos que pululamos por aquí? ¿Media novela?

Este también es un libro sobre leer. La lectura como coronación de la obra. La teoría de la recepción. El lector como escritor. Entre cada novela apócrifa de Si una noche sale a escena el Lector, con mayúsculas, que se convierte en el catalizador de la acción y la razón de ser de cada una de las novelas contenidas en esta novela. Dime cómo lees…

Y al final de tanta peripecia escritural, de una paleta vastísima de estilos, tramas y tonos sólo quedan los dos grandes temas para Calvino en la literatura: la continuidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte. ¿Así o más chingón?

“¡Carajo, por qué no lo escribí yo!”, me dijo Manuel. Y ahora, si pudiera regresar a esa conversación le diría “Bueno, todavía no es tarde para robarlo, ¿qué no es eso escribir?”